Luz a lo verdaderamente humano

"La empatía que se desprende cada madrugada desde La SER es algo mágico y suficientemente inédito como para ser aplaudido y subrayado. Lo que han creado Mara Torres y su equipo hasta las cuatro de la madrugada es brillante".


Lee en el siguiente enlace la reflexión que hace el periodista cultural Aleix Costa sobre el programa El Faro: http://bloc.aleixcosta.cat/luz-a-lo-verdaderamente-humano

*Si no puedes escuchar el programa por la noche, recuerda que puedes hacerlo al día siguiente a la hora que quieras. A continuación tienes el enlace: http://play.cadenaser.com/programa/el_faro/ vía @ElFaroSER

Mara Torres: "No entiendo mi vida sin perro"


*Entrevista realizada por Ángeles Villacastin para la revista 'Mujer Hoy'. Fuente: https://www.mujerhoy.com/celebrities/corazon/201811/21/entrevista-mara-torres-mascotas-perro-20181115132929.html

‘El Faro’ aporta compañía, entretenimiento y, sobre todo, reflexión. Así define Mara Torres su nuevo proyecto de madrugada en la Cadena SER.

Mara Torres, periodista y escritora, se dio a conocer al gran público como presentadora de 'Hablar por hablar', el conocido programa de madrugada de la Cadena Ser. Tras un largo periplo por la radio, se incorporó en 2006 alos informativos de La 2 de TVE.

En su faceta como escritora, fue finalista del Premio Planeta de Novela con 'La vida imaginaria'. Este año, Mara presenta de nuevo en la SER, 'El Faro', una de las grandes novedades y un reto que aborda con gran ilusión.


Bat (Batman) tiene cuatro años y medio, es un Golden Retriever y bebe los vientos por Mara Torres pero, ¿y ella? Empecemos desde el principio: ¿por qué tiene un perro?
Mara Torres Cuando era pequeña estaba obsesionada con tener perro. En cada cumpleaños, Navidad o Reyes pedía que me regalaran un perro y cuando al final mis padres accedieron, me sentí la persona más dichosa del mundo. Y no solo eso, sino que supuso el principio de mi vinculación con la escritura porque estaba tan emocionada y excitada que necesité escribirlo. Abrí un diario y escribí en la primera página: "Hoy me han regalado a mi perro". No es Bat, claro —Bat llegó hace 4 años—, pero desde entonces siempre ha habido perro en casa.

C. Bat, ¿cómo es? ¿es cariñoso, independiente...?
M. T. Es como si hablara. Como te digo, he tenido perra desde niña —una mastín mestiza, dos pastores alemanes, una bóxer—, todos listos y cariñosos, pero lo de Bat es un misterio: yo juraría que entiende la conversación. Es excesivamente cariñoso, es un plasta, siempre está pegado a nosotros.
C. ¿Alguna anécdota sobre cómo es vuestra convivencia?
M. T. Me hace mucha gracia todo, pero lo llamativo es que es un perro de agua al que no le gusta el agua. No le gusta bañarse en el río, es muy cauto y, cuando viene empapado porque ha llovido, va corriendo a por la toalla para que lo seque. Y otra cosa es que no se acerca a la mesa ni nunca nos pide comida, porque le enseñamos desde cachorro a que solo le caería algo en una parte de la cocina y siempre que nosotros hubiéramos terminado de comer.


C. ¿Cómo es la relación con los de su especie y con las personas de su entorno?
M. T. Le puedes llevar a cualquier sitio y, de hecho, le llevamos a cualquier sitio. Si estamos en una terraza se sienta bajo nosotros, apenas se mueve, y si viajamos a hoteles o casas de alquiler, también lo llevamos siempre porque es muy tranquilo.
C. ¿Qué ha aportado a su vida?
M. T. No entiendo mi vida sin perro.
C. ¿Tenemos conciencia de que el perro puede ser nuestro mejor amigo?
M. T. El otro día hicimos 'El Faro' sobre los perros, es el programa más emotivo y bonito de los que hemos hecho. Es el compañero más fiel y leal del ser humano desde hace siglos
C. Hablemos de trabajo: dirige y presenta el programa 'El Faro' en las madrugadas de La Ser, ¿qué ha supuesto el regreso a la radio?
M. T. Fue un regreso voluntario, tanto a la radio como a la madrugada. Echaba de menos las noches con los oyentes y me parecía que la noche es un territorio donde todavía se puede explorar.
C. ¿En qué se diferencia El Faro de Hablar por hablar?
M. T. Digamos que solo se parece en que es un programa de madrugada en el que participan los oyentes, pero son completamente diferentes. Mi objetivo con 'El Faro' es aunar las disciplinas humanísticas y científicas con la experiencia de la cotidianidad.
C. La soledad es uno de los grandes problemas de nuestra sociedad. ¿El Faro aporta luz a sus oyentes?
M. T. Yo creo que aporta compañía, entretenimiento y reflexión. Alimenta la curiosidad y sacamos adelante un programa del que se aprende mucho.

*Puedes escuchar también el programa que El Faro dedicó al Perro en el siguiente enlace:

El Faro, con Mara Torres

La periodista Mara Torres presenta y dirige en la Cadena SER el programa El Faro, una propuesta de radio única, al igual que cada faro es único en el mundo porque cada uno de ellos tiene un código de señalización luminosa que lo identifica. Siguiendo esta estela, cada programa gira en torno a un tema diferente que es abordado desde todas sus perspectivas: desde su parte más cotidiana a la más intelectual incluyendo reflexiones desde la filosofía, la historia, la literatura, la música o el cine y que es enriquecido con las opiniones, las historias, las anécdotas y las reflexiones que aportan los oyentes a través de los diferentes canales de interacción: teléfono (900-100-80), notas de audio (WatsApp 681-016-731) y redes sociales (Twitter @ElFaroSER).

A partir del dicho popular “de noche, todos los gatos son pardos”, la periodista cuenta en cada programa con la presencia de un gatopardo o gataparda. Algunos reconocidos personajes del mundo de la cultura, del periodismo, de la ciencia… y otros anónimos con quienes cada noche charla.

Además, a través de la sección 'Suena la vida' los oyentes despiertan sus oídos con los sonidos de la vida cotidiana de una forma tan sencilla como atractiva.

El Faro tiene lugar de lunes a jueves de 1:30 a 4:00 de la madrugada y los domingos (a la misma hora) un programa recopilatorio semanal.

En la Web del programa está disponible parte del contenido:

Además puedes recuperar los programas completos a la hora que quieras en:


Nueva edición de bolsillo de Los dias felices

'Cada cinco años el mundo cambia y, cuando nos damos cuenta, somos otro'. Descúbrelo en la bonita y emocionante historia de «Los días felices», de Mara Torres. Una novela sobre el amor, la amistad, la cotidianidad y los sueños.

*Ahora también en edición de bolsillo.


Mara Torres confirma su vuelta a la SER tras su adiós a 'La 2 Noticias'.



La periodista Mara Torres regresa a las noches de la Cadena SER con un programa que se llamará El Faro y que entre otras cosas contará con la participación de los oyentes. "Vuelvo a las noches. Echo de menos a los oyentes de la Cadena SER y echo de menos esa luz tan particular que dan a las noches, así que cuando surgió la oportunidad de volver a la radio pensé: sólo me siento si vuelvo a las madrugadas".


Mara Torres anuncia que deja La 2 Noticias



"Ésta es mi última semana en La 2 Noticias y mi última temporada, tras una decisión muy meditada.
Gracias a los espectadores por su complicidad.
Gracias infinitas al equipo y a quienes me han acompañado estos 12 años tan complejos como hermosos. Sin vosotros, nada hubiera sido posible."

Fuente: Twitter oficial de @MaraTorres_

27/07/2018: Vídeo: Las emotivas palabras de Mara Torres en su despedida: http://www.rtve.es/m/alacarta/videos/la-2-noticias/2-noticias-despedida-mara-torres/4675852/?media=tve

Nota: desde este Web blog y como ha venido siendo habitual desde hace ya unos años, seguiremos informando de los futuros proyectos de Mara, añadiendo información, entrevistas, etc. Gracias por tu visita.

Entrevista a Mara Torres en La Resistencia



A continuación puedes ver el vídeo de la entrevista que David Broncano le ha hecho a Mara Torres en el programa La Resistencia: https://youtu.be/oTcnPgLMvzA (Vía YouTube)

Entrevista a Mara Torres en La aventura del saber



Mara Torres ha estado en el programa 'La aventura del saber'  de La 2 de TVE. Puedes ver el vídeo de la entrevista en el siguiente enlace: https://youtu.be/2f2SIqlVgHg

Mara Torres en NTMEP (Entrevista)




A continuación tienes el vídeo de la entrevista de Facu Diaz y Miguel Maldonado a Mara Torres, periodista, autora de Los días felices y La vida imaginaria. Con mucho sentido del humor para torear a las dos almas peculiares que le preguntan en NTMEP.

Pincha en el siguiente enlace para verla: http://m.publico.es/publicotv/ntmep/programa/661148/ntmep-2x16-entrevista-a-mara-torres

Fuente: Diario Público 

Mara Torres. Los días felices. Entrevista


Fuente: entrevista realizada para: https://eltinteroeditorial.com/mara-torres

Mara Torres entrevista
Foto: © Teresa Alonso.  portada: 
Mara Torres ya contestó a mis preguntas cuando fue finalista del Premio Planeta, con su novela La vida imaginaria. Me gustó mucho su Fortunata, también la novela, estaba bien armada, su lectura era fluida y, sobre todo, se visualizaba muy bien.
Ahora acaba de aparecer su segunda novela, Los días felices. En la que se aprecia una gran evolución. Mara Torres regala al lector una buena novela: redonda, amena, rápida, con buenos personajes y una estructura muy pensada. Y además tiene un trasfondo que hace inevitable que pienses en tu vida y qué pasa en ella cada cinco años. La autora se ha inventado una teoría genial que creo que da en el clavo.
Los días felices habla de una autora que sabe lo importante que es publicar un libro y no elude la responsabilidad que conlleva respetar a sus lectores.

La entrevista

¿Cómo surgió la idea de escribir esta novela?
​El germen de la novela fue el tema del amor platónico, quería contar una historia que tuviera como eje el amor platónico no en el sentido de amor imposible sino de amor aplazado o interrumpido. He pensado muchas veces que este tipo de amor que no se hace realidad. Porque no era el momento o porque uno de los dos no se atrevió a dar el paso o por cualquier otra circunstancia. Se queda en nuestro imaginario salvado del paso del tiempo. Esos amores pertenecen al mundo de las ideas y se convierten para muchos de nosotros en una isla en la que refugiarnos cuando la vida sentimental se tambalea alrededor.
En Los días felices, el protagonista, Miguel, recibe una tarde la llamada inesperada de Claudia, a la que conoció el día que él cumplía veinte años. A través de ese encuentro, se cuenta la vida de Miguel desde los 20 hasta los 40 años, a través de su día de cumpleaños cada 5 años.

Cada cinco años

¿Por qué cada cinco años?
Parte de algo que dice uno de los personajes de la novela, Leopoldo. Dice “Si el ser humano quiere saber cómo es su vida solo tiene que observar su día cumpleaños de la mañana a la noche, cada cinco años. Porque cada cinco años el mundo cambia y cuando uno se quiere dar cuenta es otro”. La teoría me la inventé, pero es cierto que un lustro es tiempo suficiente como para que cambien los escenarios sentimentales, emocionales e incluso físicos. Especialmente durante esas dos décadas (de los 20 a los 40 años) que son tan cambiantes para casi todos nosotros.
Los días felices
¿Qué ha cambiado en tu proceso creativo desde que escribiste la primera novela?
La primera novela no estaba concebida como novela sino como una historia que me inventé con un personaje, Fortunata Fortuna, que necesitaba que me hiciera compañía los domingos por la tarde. Luego se convirtió en La vida imaginaria y ganó el finalista del Premio Planeta. La diferencia es que cuando comencé a pensar en Los días felices la concebí como novela desde el principio. Con una estructura, una trama y una voz narrativa que he desarrollado durante aproximadamente tres años.

Un buen esqueleto

Los días felices tienen una doble estructura. Juega con el tiempo y se adecúa perfectamente a la historia que quieres contar. ¿Cómo se te ocurrió hacerlo así?
Me apetecía jugar con la idea de que la historia de una persona cabe en un solo día y si se describe ese día completo desde la mañana a la noche  -con quién te levantas y en qué cama, de qué hablas, qué piensas, qué recuerdas, qué haces durante la jornada y con quién- se dibuja gran parte de tu vida anterior.
Lo interesante para mí desde el punto de vista narrativo era que, leyendo cada uno de los capítulos, el lector tuviera información sobre los cinco años anteriores. Para eso he trabajado en borradores y en apuntes lo que pasa en cada uno de esos intervalos que ellos no van a leer, pero yo necesito para dar coherencia al relato. El otro día un crítico literario dijo que esta novela importa lo que se lee y lo que no se lee. Todas las lecturas que hay entre líneas provienen de esos borradores que no se publican.
¿Estuviste tentada a otro final diferente? 
Para no hacer spoiler, solo te diré una cosa: lo que hago con los dos personajes protagonistas lo decidí muy, muy al final. Tuve dudas durante todo el tiempo sobre qué hacía con ellos.
¿Cómo creas a tus personajes? ¿Tienes algún truco para hacerlo?
Los perfilo y después se van haciendo ellos solos. Es increíble, pero es tal cual.

La clave de un buen libro

Según tu criterio, ¿qué tiene que tener un buen libro? 
No hay un único criterio. Hay infinitos motivos que me hacen disfrutar de una novela o de un libro de poemas.
¿Dónde te gusta escribir? ¿Tienes alguna hora determinada del día en la que te sientas más inspirada?
Escribo por las mañanas. En una mesa que está enfrente de una ventana que da a una jardín y apoyo los pies en una maleta que tengo debajo de la mesa.
¿Cuáles son tus referentes literarios? ¿Qué estás leyendo en este momento?
Poesía, casi siempre.
¿Qué te gustaría que pensara el lector después de leer Los días felices?
Que ha conseguido desconectar un rato para conectar con otro mundo que no es el suyo. Y, sin embargo, acaba sintiendo como suyo.

Mara Torres: “MI VERDADERA VOCACIÓN ES LA DE LECTORA”



Mara Torres: “Mi verdadera vocación es la de lectora”
  • Cuando ganó el finalista del Premio Planeta 2012 por La vida imaginariaMara Torres (Madrid, 1974) aseguró que no volvería a escribir una novela. Aquella noche, en plena rueda de prensa y tras citar a Extremoduro, Subiela y Benedetti, la periodista explicó que aquel libro era un asunto puntual. Y sanseacabó. Cinco años después, reincidió. Regresa ahora con una segunda novela, Los días felices, el motivo de esta entrevista.
Mientras bebe una taza de café, Mara Torres cuenta qué hay detrás de esta nueva entrega. Así como se inventó a Fortunata Fortuna para que le hiciera compañía cuando escribió La vida imaginaria, en esta ocasión le pudo la urgencia de la ficción. Acaso por evadir la realidad, por regar la vida con algo que no encabezara un informativo. A juzgar por el resultado, algo de verdad tiene lo de la evasión. Los días felices es un libro sellado al vacío: no hay política, ni actualidad, apenas hay referencias geográficas y sabemos que ocurre en España porque alguna que otra vez aparece una peseta.
Los días felices narra la vida de Miguel, un personaje cuya vida Mara Torres decide contar en un día. Para eso elige la fecha de cumpleaños de su protagonista cada cinco años, desde los 20 hasta los 40. Eso le da a Mara Torres margen para poner en marcha una novela que podría versar sobre el amor y los sentimientos  —que los hay. Sí, los hay— aunque también sobre el paso del tiempo y los cambios que experimentan las personas en esa estepa que separa unas edades de otras. Abundan las cabriolas vitales e incluso cierto empalago. Una novela de iniciación, a los cuarenta.
Como esta no es la primera conversación con la periodista, resulta cansino interpelar —otra vez— la manía de las presentadoras de noticias por incurrir en la ficción. La pregunta permanece, pero de otra forma: ¿en qué tiempo, por Dios, escriben estas novelas? Mara Torres ríe. No se deja chinchar y pone sus cartas sobre la mesa. Escribe, dice ella, para que las mañanas no la machaquen. Escribe para hacerse compañía. Escribe para despistar. Así de simple.
Si existe un atributo en quienes se someten al purgatorio de contestar preguntas es la generosidad. Y a Mara Torres le sobra. Si estuviese enfadada, quien pregunta no lo advertiría, porque con ella todo fluye.  La verdad es esa: Mara Torres habita un territorio amable, como su literatura. En las distancias cortas, la periodista se confiesa lectora antes que escritora. Puesta en el brete de los síes y noes, reniega de pocas cosas. No son dogmáticas sus lecturas, tampoco sus ideas sobre lo literario o la sentimentalidad.
En una entrevista que puede llegar a ser la número 30 de la gira de promoción, Mara Torres habla en ocasiones con la estructura de un guión —ideas definidas, metidas a la fuerza— pero también concede el momento comodín de la estampa infantil: los recuerdos sobre los diarios tempranos o las lecturas de Mafalda que colmaron las primeras lecturas. La vocación cual diente de leche. Dentro de poco, la periodista entrará a trabajar, nueve o diez horas, erre que erre, bregando con la realidad. Entre medias, la ficción. Bienvenida sea. De eso habla en esta entrevista.
—La escritura no se elige del todo, ya ve. Después de La vida imaginaria pensó que no volvería a escribir un libro y mire, este le ha llevado la contraria.
—En mi caso, escribir parte de una necesidad. Escribo cuando lo necesito. Si esa necesidad no surge puedo estar sin escribir durante un tiempo indefinido. Ese impulso sólo lo he tenido dos veces: cuando me inventé un personaje para que me hiciera compañía, Fortunata Fortuna,  y cuando esta historia empezó a barruntarse: quería escribir sobre el amor platónico.
—Pero usted dice que la inclinación a escribir es muy anterior. ¿Tiene afición a llevar diarios, no?
—Es cierto que desde muy pronto sentí necesidad de contar y escribir las cosas que me pasan, pero eso no es la ficción. La ficción es otra cosa.
—¿Qué es exactamente la ficción para usted entonces?
—La ficción es algo a lo que soy adicta como lectora.
"La memoria es ficción, aunque sea propia. Escribir en un diario no es eso. He revisado los diarios todo este tiempo y no están escritos con conciencia de que serían leídos."
—Relatar la propia vida, en ocasiones, es también una forma de ficción.
—La memoria es ficción, aunque sea propia. Escribir en un diario no es eso. He revisado los diarios todo este tiempo y no están escritos con conciencia de que serían leídos. Son apuntes. No hay nada más que vomitar lo que pienso o siento en ese momento. La ficción, para mí, supone reflexión, una estructura.
—Se le ve más cómoda con la estructura de este libro, por cierto. Es algo más compleja.
—Sin ninguna duda. Cuando escribíLa vida imaginaria lo hice para combatir los domingos por la tarde, que se convirtieron en unas cuestas muy empinadas. Me había dejado un novio a quien yo quería muchísimo y me inventé a Fortunata Fortuna para que me hiciera compañía. Lo hice por esa razón. En esta novela hay una diferencia fundamental: desde el momento en que la concibo sospecho que va a tener lectores. Está prevista como una novela con estructura, con trama, con personajes. Cuando escribíLos días felices era importante para mí no pensar en las expectativas que había levantado el premio. Si algo tenía claro es que no quería escribir para mis colegas periodistas, ni para la crítica, ni para la prensa, tampoco para el jurado que me había premiado ni para la editorial. Necesitaba escribir con la mayor libertad posible.
—Esta es, a su manera, una historia sobre la madurez. Un hito revisitado cada cierto tiempo arroja un relato del paso del tiempo.
—La novela tiene una estructura circular. Empieza y termina en un mismo momento: un día a las cuatro y siete minutos de la tarde, en el que un personaje se mira al espejo y dice: ‘Soy un desastre sentimental’. Esa es la frase con la que arranca la novela: la historia de un hombre se puede saber en un solo día. Sí que es verdad que al utilizar un hito que se repite cada cinco años, muchos elementos conectan entre sí. Eso hace posible ver la evolución del personaje a lo largo del tiempo.
"En esta novela lo único que tenía claro es que quería crear un personaje que se acercara al perfil de los hombres que me rodean y que, teniendo una herencia socialmente machista, quieren una sociedad igualitaria."
—Me ha dicho que quería escribir sobre el amor platónico. ¿Tenemos una relación atrofiada o al menos evasiva con eso? ¿Somos renuentes a lo sentimental?
—Rixtard Bacete tiene un libro llamado Nuevos hombres buenos. Habla de aquellos hombres que, siendo herederos de una sociedad machista, deciden romper con eso. Eligen una sociedad igualitaria. Se quitan el sambenito sobre el pudor que puede sentir un hombre al llorar en público o expresar una sentimentalidad. Si hay algo que tuve claro con mi personaje es que la ficción tiene sus propias reglas. No tienes que hacer un retrato perfecto de nadie. Pero en esta novela lo único que tenía claro es que quería crear un personaje que se acercara al perfil de hombres que me rodean y que, teniendo una herencia socialmente machista, quieren una sociedad igualitaria. Hombres a los que no les da pudor llorar, ni decir que sienten con toda la intensidad y que se reparten las tareas en casa. En eso sí que he tenido cuidado, en crear un personaje así.
—Es una cuestión generacional, ¿no?
—Creo que mi generación ha podido ver que el machismo no sólo ha hecho daño a las mujeres, también a los hombres. Han tenido que responder también a unos estereotipos. Esta novela tiene tantos lectores como lectoras, ambos se han sentido identificados con el personaje: que siente, llora, que sufre cuando no le llega un mensaje que está esperando; que se pelea consigo mismo porque va en búsqueda de la felicidad pero no es demasiado valiente. Alguien a quien le duele ser cobarde, que tiene miedo a la soledad.
—El periodismo tiene obligaciones con la realidad, la ficción no. Las personas no son una sola cosa. Pero ¿se siente usted más narradora que periodista? ¿Acaso al revés?
—Desde luego, hoy por hoy, prácticamente todo mi tiempo está dedicado a escribir sobre la actualidad, que son nueve horas diarias. Cuando escribes sobre la actualidad es apetitoso: puedes disfrutar con el lenguaje, la realidad te da tantos elementos que parecen de ficción que es una buena herramienta para que puedas trabajar otro tipo de textos. Me siento más periodista.
"Al igual que me inventé a Fortunata para que me hiciera compañía, también hay algo de necesitar compañía durante las mañanas que paso sola en casa."
—¿Qué tipo de periodista es usted?
—Hay muchos tipos. No hago periodismo de opinión, no hago reportajes, todos los días me dedico a escribir un informativo sobre temas de actualidad. Debo decir también que a mí escribir ficción me cuesta. Me hace disfrutar tanto como sufrir. Me meto de tal forma en la historia y en mis personajes que apenas pienso en otra cosa que no sean mis personajes. Me hacen pensar mucho. Al igual que me inventé a Fortunata para que me hiciera compañía, también hay algo de necesitar compañía durante las mañanas que paso sola en casa. Como mis horarios van al revés que los de todos y vivo sola en Madrid, el tiempo que paso escribiendo me siento así: en compañía.
—La escritura como proceso entraña algo de acritud. Veo que no es su caso.
—He visto colegas míos escribiendo en un bar con el móvil un texto que les sale redondo. A mí me cuesta mucho encontrar la versión final. Por ejemplo, esta novela tiene una estructura aparentemente compleja, pero consigue ser fácil para el lector por todas las correcciones que he hecho hasta depurarla y convertirla en un texto sencillo, ágil para el lector. Yo no llego a eso con mi primer encuentro con el texto. Llego, pero en el intento número mil.
—La discusión periodismo y literatura entraña una redundancia. El periodismo lo único que no posee es ficción, pero nada lo exime de tener el resto de los atributos de lo literario.
—Las herramientas que utiliza son las mismas, sólo que en el caso de la ficción tiras de la imaginación. Puedes crear una historia, como lo hizo Asimov, de una sociedad dividida entre humanos y robots y hacerla creíble. Lo que no podrías es hacerlo como noticia, te lo estarías inventando. A mí me ha ayudado la disciplina que ha supuesto escribir durante tantos años cada día. Una noticia tienes que hacerla distinta a como la has visto a lo largo del día. Hay que pensar cómo convertir en otra cosa una noticia que llevas viendo todo el día. Esta no es la primera vez que lo conversamos, lo hemos hablado en entrevistas anteriores: cómo es posible que los periodistas escriban novelas y hagan ficción. Porque el material que uno tiene es tan jugoso que a algunos les sale hacer algo con ese material. En mi caso no, porque lo que hago no tiene nada que ver con el periodismo.
"Tuve tentación de hacer alusión a la música que conozco, o al cine que yo veo, pero quedaba impostado."
—Su narrativa alude a una esfera intimista, sentimental. ¿Se ve Mara Torres haciendo otra cosa, thriller por ejemplo?
—Todo puede tocarse en literatura, esa es la ventaja. Puedes hacer, como Juanjo Millás, que los zapatos hablen. Desde luego yo me he movido en esa esfera íntima de sentimientos, porque es en la que me he sentido cómoda. Quizá en un año o dos estaremos hablando de otra cosa. Intento ser ante todo coherente con mis personajes. En Los días felicestuve el impulso de meter la realidad, pero me dije: no. Porque parecería impostado. Era como meterlo con calzador, así como para demostrarle al lector que yo sé de actualidad. Como para decir, si estoy escribiendo una novela que ocurre a lo largo de veinte años y no habla de política no es porque yo no la conozca sino porque no cuadra. Tuve tentación de hacer alusión a la música que conozco, o al cine que yo veo, pero quedaba impostado. No tengo que hacer un personaje que se ajuste a quién soy yo, sino a quién es él.
—¿Es usted de las que reconoce sin complejos la existencia de una literatura femenina?
—Existe y por qué vamos a renegar de ella. Lo doloroso es que esa literatura haya estado llena de connotaciones negativas. Siempre he pensado que de la segunda mitad del siglo XX español, Almudena Grandes era el autor más grande. Es la escritora-escritor, a eso me refiero. Parece que todo lo femenino tiene una connotación débil. No tenemos por qué renegar de una literatura femenina ni de autoras cuyas destinatarias primeras sean las lectoras. ¿Por qué no?
—Usted… ¿forma parte de este territorio?
—No, porque yo no pienso en una lectora o un lector, pero eso da igual. No tiene sentido atribuir una connotación discriminatoria. Madame Bovary, Anna Karenina, La Regenta, eran grandísimas novelas protagonizadas por grandísimas mujeres, escritas por hombres, y nadie ha dicho que eran literatura destinada a mujeres.
"Es verdad que tengo necesidad de contar las cosas a los cuatro vientos, pero además de escribirlas."
—Su voz literaria, al margen de los diarios… ¿cuándo apareció?
—Es verdad que tengo necesidad de contar las cosas a los cuatro vientos, pero además de escribirlas. Sin embargo, siento que mi verdadera vocación es la de lectora. Leo desde que soy muy pequeña.
—¿Qué leía?
—Eso es algo llamativo. En mi casa no existía Mafalda, pero en algún lugar encontré unas tiras de Mafalda. No recuerdo dónde. Así que un día pedíDiez años con Mafalda. Me dediqué a leerlas, todas. No entendía muchas de esas tiras, porque eran políticas, pero leía Mafalda todos los días. Nunca me cansaba. Con los años, las que no entendía terminé entendiéndolas. Lo que más me gustaban de las tiras de Mafalda era el detalle de los dibujos: los calcetines tendidos, la vajilla recién lavada de la que se puede ver cómo cae la gotita.
—¿Quién era el lector en su casa?                 
—Puede que mi padre, digo puede ser porque no recuerdo la imagen de mis padres leyendo durante horas. Teníamos una buena biblioteca, pero lo más probable es que la más lectora de los cinco fuera yo. Siempre me regalaron los libros que necesitaba y que quería y ahora mi madre es una lectora empedernida. Desde pequeña me inculcaron la lectura. Mis padres decían que la lectura era nuestra arma de libertad.
—Hay mucha gente que, voluntariamente, declina la lectura. Usted ha dicho que quiere entretener al lector. ¿Cuál es la diferencia entre eso y hacer concesiones?
—Con Los días felices quería que el lector sintiera que entraba rápidamente en un mundo que no tenía que ver con el suyo, para desconectar un rato. Por eso quería que el texto fuera ágil, para que cuando acabara de leer el libro, se diera cuenta de que en el fondo estaba hablando de su propio mundo.

Los días felices de Mara Torres

Por Eva Monzón 

Después de leer y sentir La vida imaginaria (su anterior novela), no pensé que Mara Torres fuera capaz de volver a conectar lector y protagonista, poniendo al uno en la piel del otro y viceversa de una manera tan especial.
Luego leí Los días felices y, con mucho placer, comprobé que no solo lo había vuelto a hacer, sino que esta vez la conexión era mil veces más intensa.
Los días felices enfatiza los pequeños y los grandes momentos de la vida de Miguel, permitiendo que nos sintamos identificados en los recovecos de la cotidianidad y en las curvas de lo inusitado.
Vivimos la historia de Miguel con una estructura curiosa que entrelaza el día de su cumpleaños cada 5 años (desde los 20 hasta los 40), con un día del presente: el de su reencuentro con Claudia.
El porqué de esta estructura lo explicó Mara en Late Motiv:
“Siempre he sido muy obsesiva con la idea de que la historia de un hombre o una mujer se puede contar en un solo día”.
Eligió la etapa de los 20 a los 40 años porque:
“Es una etapa muy convulsa para cualquier ser humano, donde todo es móvil, los escenarios vitales cambian, las relaciones emocionales también”.
La novela eleva la empatía a la máxima potencia, haciéndonos llorar y reír, enfadar e ilusionar, leyendo de un tirón y sin dejar de tener los nervios a flor de piel desde la primera página hasta la última.
“Este libro me ha hecho pensar mucho en el paso del tiempo”.
No sé de qué manera afecte a cada lector, pero sé que, sin duda alguna, Los días felices de Mara Torres no dejarán indiferente a nadie

Érase un ángel fieramente humano


Este enero se cumplen diez años desde que falleció el poeta Ángel González, miembro del grupo poético del 50 y figura clave de la literatura de posguerra. En este número, algunos de sus (numerosos) amigos le rinden homenaje y recuerdan su obra.​ La periodista y escritora Mara Torres recuerda aquí su primer encuentro, literario y personal, con el poeta.



Érase un ángel fieramente humano que se presentó en mi casa un domingo de 1997, cuando yo todavía vivía con mis padres, existían las pesetas y se compraban los periódicos. Mi padre subió del quiosco el diario y me dio el suplemento dominical para que lo leyera mientras tanto. El País Semanal dedicaba un reportaje a la poesía española contemporánea y allí, en aquellas páginas de revista, de golpe y sin previo aviso, me topé con “Quise”. “Quise mirar el mundo con tus ojos/ ilusionados, nuevos/ verdes en su fondo/ como la primavera./ Entré en tu cuerpo lleno de esperanza/ para admirar tanto prodigio desde/el claro mirador de tus pupilas./Y fuiste tú la que acabaste viendo/el fracaso del mundo con las mías”. Recorté el poema con los dedos, lo puse en un corcho que tenía en la pared al lado de la cama y me dormí mirando el trozo de papel sujeto con la chincheta. En esos nueve versos estaban todos los temas que me interesaban: el amor, el paso del tiempo, la esperanza, el fracaso, el realismo social y el deseo. Acababa de enamorarme, y ya sería para siempre, del poeta Ángel González.

Mi primer libro suyo fue Poemas, una edición que el autor hizo para Cátedra y compré poco después de aquel domingo, en agosto del 97. Abrí al azar por “Me falta una palabra…” (“La necesito: ¿no veis / que sufro?”) y doblé la esquina de la página para seleccionarlo. Salté a otro: “Me basta así” (“Creo en ti/ Eres./ Me basta”), y también doblé la esquina de la página. Otro: “El conformista” (“Cuando era joven quería vivir en una ciudad grande. /Cuando perdí la juventud quería vivir en una ciudad pequeña./Ahora quiero vivir”) y doblé la esquina. Otro: “Canción para cantar una canción” (“Esa música… /Insiste, hace daño/en el alma”) y doblé. Y así fui haciendo con “Es la felicidad lo que hoy lamento”, “Muerte en el olvido”, “En ti me quedo”, “Eso era amor”, “Nada es lo mismo”, “Porvenir”, “Dos homenajes a Blas de Otero” —a quien robo un título en este artículo—, “Estoy Bartok de todo”… Hoy, al revisar aquel primer poemario, compruebo que tiene todas las páginas marcadas y asumo que nunca he podido elegir un poema de Ángel González porque me gustan todos.

Sin que él lo supiera, a partir de aquel verano vino a vivir conmigo. Se instaló en las estanterías, encima de la cama, en la mesa del salón, en el cuarto de baño. Recorrí junto a él infinitos estados de ánimo: si la madrugaba era oscura, él la iluminaba; si había ruido, lo convertía en música; si tenía pena, me acompañaba hasta dentro de la tristeza. Cuando necesité reírme, me enseñó a hacerlo de mí misma; y cuando algo me desconcertaba, aportó la reflexión y la ironía. Ante la desesperanza, ponía el convencimiento; ante la aspereza del mundo, la amistad; y si tenía sed, me ponía una copa. Recuerdo una de esas en las que me estaba muriendo (ya no recuerdo de qué, intuyo que de amor, era veinteañera) y él dijo serenamente que para vivir un año era necesario morirse muchas veces mucho. En asuntos humanos, el ángel era un fiera.

Un día, Luis García Montero, a quien agradezco tantas cosas que no me caben en ningún texto, me invitó a cenar a su casa. “Estaremos Almudena y yo, y vienen también Ángel y Susi”. “¿Qué Ángel?”, pregunté. “Ángel González, así le conoces”. Casi me da un infarto. Me puse tan nerviosa que no se me ocurrió otra cosa que llevar una botella de champán que compré en el Vips de la calle Fuencarral porque se me olvidó que bebía whisky. Después de aquella cena, vinieron otras y en todas fui testigo de lo que significaba Ángel González para sus amigos: cuando caía la noche, se convertía en la luz de la hoguera.

Al apagarse él, se apagaron todas las luces.

Uno de los poemas más tristes que conozco se titula “Caída”, es el último poema del libro póstumo Nada grave, publicado por Visor cuando Ángel ya no estaba (“Y me vuelvo a caer desde mí mismo/ al vacío, / a la nada./ ¡Que pirueta! / ¿Desciendo o vuelo?/ No lo sé./ Recibo/ el golpe de rigor, y me incorporo./ Me toco para ver si hubo gran daño,/mas no me encuentro./ Mi cuerpo ¿dónde está?/ Me duele sólo el alma./ Nada grave”), y si este cuento tuviera un final inventado yo no sería lectora, sino poeta, para poder haber curado sus heridas tal y como él hizo tantas veces con las mías.

*Mara Torres es escritora y periodista. Su último libro, Los días felices (Planeta, 2017).